Bitacora de vuelo, bitacora de vida.

Te recordamos que en este sitio no presentamos novedades, aquí se busca la trascendencia. Por lo que te invitamos a revisar cada una de nuestras entradas, las cuales no solo han marcado un momento histórico para quienes las concibieron sino que nos ayudan a vislumbrar lejanos horizontes. Bienvenido.

lunes, 27 de diciembre de 2010

viernes, 10 de diciembre de 2010

Hoy no pude conmigo



Me di cuenta que la vida esta fuera de mis manos,
Que todo era revoltijos en un caos bien ordenados,
Que nada funciona, que todo te puede destrozar,
Como un pinche gusano con las tripas a reventar.

Eso es más que darse cuenta de lo que no será por siempre entre nosotros,
donde acostado la vida me vence y la muerte se hace pendeja,
la espalda me pica,
la mente perdida,
y esto último el testamento chorreante es lo que queda,
me desvanezco.

El incienso de mi alma se apoya levemente,
Mi espíritu de bandera fallece,
Así debe ser, cariño, mientras acaricio a la muerte por la cabeza,
En otra vida.

Susurro agotado,
Que lindos perritos, que tiernos son,
Solo los miro,
Suspiro nostálgico, no puedo llevarlos conmigo.
Ni siquiera puedo conmigo, mejor me voy a dormir.


Alejandro Barcelata

lunes, 6 de diciembre de 2010

Sur - Gustavo Vega

La luna (Jorge Luis Borges)


Hay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer Adán. Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

El Monte Calmo

Miré el claro,
entre el bosque, hacia los árboles...


Y susurré tu nombre para que el viento lo llevara jugando hasta tus oídos...


Te asusté,
no podías verme, pero sí escucharme...

Y una sonrisa de alivio hizo que me sintieras ahí, a tu lado... Pero yo no estaba.


Estaba en la utopía de juventud, en el imposible lado de la fantasía...
pues la Luna radiante, ya te bañaba sobre el pecho,
mientras que hermosa y excitada,
dabas vueltas con tu cabello rojizo de enredado preciso,
donde el olor a frambuesa llegaba hasta mi.


Y así pasé ante tus grandes y brillantes ojos...
entre las hojas y las torres de árboles que desbordaban alturas...


te has convertido en una sola Luna, blanca e hipnotizante, que alumbra mi alma, misma que tallada en polvo, se esparciría por el universo con un suspiro tuyo...


Allí aprovecharía para meterme a tus pulmones y permanecer dentro de ti,
hasta el amanecer, para que al salirme de ti
pueda decir ya feliz: "Buen día"

The Look of Love

Eternidad



Quien así encadenare una alegría,
malogrará la vida alada.
Pero quien la alegría besare en su aleteo
vive en el alba de la eternidad.



William Blake

Wikileaks, un proyecto que debe cambiar al mundo

Compartimos la entrevista que Carmen Aristegui realizó a especialistas en temas internacionales para discutir la filtración de informacion confidencial del ejercito norteamericano y su desempeño en Irak.



Sin duda alguna un tema para la discusión y la reflexión.

Dr. Strangelove o de cómo aprendí a dejar de preocuparme y a amar a la bombra

jueves, 14 de octubre de 2010

martes, 21 de septiembre de 2010

El proceso para quererte

Tendría que mirar en una dirección,
tendría que respirar hacia donde el viento sopla, allí encontrar un pedazo de ti.

El pedazo que mojado a sal y coral, resonará tu voz al tono de tus ojos,
tendría que comer tu cuerpo día a día, y así jamás perder a lo que sabes,
a agua,
a sueños,
a locura de romper tu espejo, en veinte partes para que diecinueve, matarme desangrado,
y uno solo basta para degollarte, sutil, si ya no estoy aquí.

Soy materia cósmica y ser de ti en cada sueño, en cada movimiento en cada pensamiento.

Llevo todo esto, hasta lograr el proceso para quererte y que tu sola me dejes cubrirte los pasos,
Abrigarte la espalda y al oído de reojo, puedas decirme suspirante: “Te quiero”.




Alejandro Barcelata

domingo, 19 de septiembre de 2010

La Partida - Franz Kafka

Ordené que trajeran mi caballo del establo. El sirviente no entendió mis órdenes. Así que fui al establo yo mismo, le puse silla a mi caballo y lo monté. A la distancia escuché el sonido de una trompeta y le pregunté al sirviente qué significaba. Él no sabía nada ni escuchó nada. En el portal me detuvo y preguntó:

-¿Adónde va el patrón?

-No lo sé -le dije- simplemente fuera de aquí, simplemente fuera de aquí. Fuera de aquí, nada más, es la única manera en que puedo alcanzar mi meta.

-¿Así que usted conoce su meta? -preguntó.

-Sí -repliqué- te lo acabo de decir. Fuera de aquí, esa es mi meta.

FIN


Colaboracion enviada por Patricia Quiroz Rangel

La Misión

La película “La Misión”, de 1986, narra la conquista y evangelización de los territorios hoy correspondientes a Brasil, Argentina y Paraguay, para esto se enfoca en la misión San Carlos, en los territorios de una tribu guaraní por encima de una cascada.
En un proyecto así la música parece tener, así como lo tuvo en la realidad, un papel crucial, casi estelar; de ella se encargó el italiano Ennio Morricone, músico ya desde ese entonces muy experimentado. Las decisiones que tomó Morricone son, como expondré a continuación, de lo mejor que se pudo haber hecho en tal situación, ya que en esta historia dos culturas muy distintas convergen, una de ellas ha llegado a dominar a la otra, pero en este proceso se da el mestizaje y por lo tanto una tercera cultura; de la misma manera y como analogía el músico nos presenta estos tres tipos distintos de música: la española, la nativa indígena y la mestiza.
En cuanto a la música española, o a toda aquella de origen europeo, parece no haber ningún problema; en las academias de música alrededor del mundo se sigue estudiando la forma antigua de composición europea, además de que contamos con una gran cantidad de música del siglo XVII y XVIII registrada, con grandes ejemplos a seguir en los ámbitos eclesiástico y pagano, vocal e instrumental. Morricone no debía tener ningún problema en elegir o componer la música adecuada para representar a las cortes española, portuguesa y a los miembros de la Compañía de Jesús.
Es en realidad en la música indígena en donde surgen los problemas, ya que la misma conquista terminó con gran parte de la cultura indígena, se satanizaron sus ritos y celebraciones, se prohibió todo tipo de manifestación a alguna divinidad que no fuera la que vinieron a imponer los europeos. A causa esa opresión e intolerancia hoy en día tenemos pocos ejemplos musicales de esas culturas. Prácticamente solo por distintas descripciones y crónicas de la época, así como investigaciones serias al respecto, sabemos que se trataba de música muy percusiva (se contaba con una buena diversidad de instrumentos de percusión), que se usaban los alientos (distintos tipos de flautas, chirimías etc.) y parece ser que se manejaban escalas de pocas notas y ajenas a la escala diatónica europea, hoy adoptada en todo el globo. Solo en un momento de la película escuchamos lo que parecería ser música auténticamente indígena, y curiosamente se da en un desfile en una colonia como parte de alguna celebración cristiana.







No es pues, por las razones antes expuestas, justo reprocharle a Morricone la históricamente inexacta representación musical de los indígenas gracias a el uso de algunos medios de la tradición europea, pues aunque el compositor crea un tema basado en la escala diatónica occidental, sí utiliza otros recursos que podrían haber sido propios de la música precolonial, como los ritmos incisivos con percusiones y el uso de los alientos, además del carácter de celebración bailada.

Es en la música mestiza donde está el verdadero acierto de esta banda sonora. Desde el inicio el compositor nos presenta la célula musical que representará a los indígenas con un tema corto cantado y acompañado de percusiones y alientos tradicionales; poco después, con la llegada del padre Gabriel a los territorios de la tribu guaraní por encima de la cascada, escuchamos de su oboe el tema de los jesuitas, un tema hermoso genialmente compuesto basándose en los llamados intervalos perfectos (entendiendo por intervalo una distancia musical definida) que nos remiten a la música de las esferas (tradición griega según la cual los planetas emiten una música matemáticamente perfecta) y que por lo tanto parece ser la música más natural que se podría producir dentro de la tradición clásica europea, un gran acierto de Morricone al evocar tanto naturaleza como sabiduría del hombre con este bello tema destinado a los misioneros jesuitas. El mestizaje se da entonces en el momento de mayor unión entre jesuitas y guaraníes: cuando la tribu acepta a Rodrigo como a un igual y le pintan marcas en el pecho propias de su pueblo. En ese momento casi cumbre de la película, cuando se consuma la conversión del exmercenario a la vida católica de entrega, escuchamos ambos temas fusionarse poco a poco hasta formar una polifonía casi de éxtasis religioso y humano. De esta forma el compositor audazmente representa con la música mucho de lo que trata en realidad la película, el mestizaje y la conversión.

Hay otro tipo más de sonidos y ruidos que participan en la película y casi con la misma importancia que lo hace la música, y este es el de los ruidos de la naturaleza. La naturaleza tiene una importancia vital en la obra, funciona como el escenario principal, en donde se desarrolla gran parte de la acción, y de hecho casi como un personaje, especialmente el río con su cascada. Algunos de los mejores momentos auditivamente hablando se dan con los sonidos de la naturaleza: la caída de agua de la cascada, el flujo del río, el movimiento de las hojas y los árboles en la selva, los zumbidos de los insectos, el canto de las aves… todos estos sonidos nos meten en el contexto de la película, momentáneamente vivimos, al igual que los sudamericanos, a un lado de la cascada, en lo más profundo de la selva.
Es esta “música de la naturaleza” también un trabajo brillante de la banda sonora, y la incluyo en la banda sonora a causa de lo bien orquestada que se encuentra con la música del compositor: a la vez que caen los sonidos producidos por los instrumentos, emergen los de la naturaleza, y viceversa, en una fusión constante que deja pocos momentos de silencio total.
Otro aspecto que cabe mencionar es el de la forma en que la música a través de las aventuras en la misión nos describe a Rodrigo. Al inicio, cuando lo vemos como un mercenario, cazador y traficante de esclavos indígenas, escuchamos música disonante, la cámara se acerca mucho a la cabeza de Rodrigo y por los sonidos entendemos que hay mucho de malo en él. Para la mitad de la película y sobre todo después de su ingreso a la orden jesuita dejamos de escuchar esto, hasta las escenas finales donde luchando junto a los habitantes de la misión de San Carlos recuerda sus viejos tiempos de guerrero, entonces lo vemos luchando fieramente una vez más, ahora de parte del otro bando, y de nuevo, al enfocarse su rostro escuchamos disonancias, la guerra volvió a él, aunque claro, con razones muy distintas.
Hablamos pues de un soundtrack de gran calidad en el que todos estos elementos enriquecen a lo visual y temático de la obra y se juntan con ellos en un todo digno de ser visto. Una última muestra más de la bella conjunción lograda entre lo temático y lo musical y del poder mismo de la música en este contexto es aquella en la que Gabriel conquista a la tribu de nativos indígenas con su oboe y el narrador dice: “Con una orquesta los jesuitas podrían haber sojuzgado a todo el continente”.






Carlos Gerardo Hernández Canales

viernes, 6 de agosto de 2010

Life in a Day -Gustavo Vega

El libro que JEP se llevaría a la tumba

José Emilio Pacheco, el Premio Cervantes de Literatura 2009, ha dicho que posee tres ejemplares de Piedra de Sol y que al morir quisiera ser enterrado con uno de ellos. Celebrar un poema es celebrar al idioma mismo. Y siempre es oportuno acercarse a un poema inmenso e intenso como Piedra de sol, de Octavio Paz.

En su poema Árbol Adentro (“Creció en mi frente un árbol./(…) Allá adentro, en mi frente el árbol habla./ Acércate, ¿lo oyes?”), Octavio Paz marca la ruta de su pensamiento poético: el instante genésico está en la naturaleza. Parafraseando a Pascal: “El hombre no es sino un bambú, el más débil de la naturaleza; pero es bambú que piensa”. La poesía nos defiende de lo más humano que poseemos: la temporalidad. La poesía perpetúa el instante (“el presente es perpetuo”), lo vuelve prolongación y no origen de partida sino de reiteración. “Lo que pasa en un poema está pasando siempre.”


“Todo se comunica y transfigura/ arco de sangre, cuerpo de latidos/ llévame al otro lado de la noche”, dice Paz en estos versos intensos de Piedra de Sol, y nos abre la mirada a lo plural en donde, a la manera cubista, todo parece entreverado simultáneamente. Poema bañado con sangre de Cronos, Piedra de Sol es un frontera sucesiva del tiempo: “Piso días, (…) piso los pensamientos de mi sombra/ piso mi sombra en busca de un instante”, escribe Paz.


El tiempo se mide en años, horas, segundos, y es el pulso del movimiento de los cuerpos. ¿Cuál es, entonces, el tiempo del poema? El tiempo interior, el del misterio, de la resignación. Piedra de Sol es un extenso poema escrito en endecasílabos, consistente en 584 versos y que lleva un epígrafe de uno de los sonetos de Las Quimeras, de Gerard de Nerval. Piedra de Sol es un poema con fuerte carga surrealista tanto en sus poderosas imágenes, inquietantes como la idea del grupo de Breton de incorporar lo antiguo a lo presente; de allí que Octavio Paz, con singular hálito verbal, trueque en contemporáneas las culturas prehispánicas y occidentales, transfigurándolas en presencias vivas.


Pero también Piedra de Sol es un poema de amor. Ya Paz había apuntado, en su libro La Llama Doble, que “el amor no vence a la muerte: es una apuesta contra el tiempo y sus accidentes.”


Paz se adhería, así, a Freud quien hablaba de que eran los poetas los descubridores del inconsciente. Porque la poesía, y Piedra de Sol es poesía, proyecta finalmente, al leerla, nuestra propia sombra. En una época dura, absurda y, a pesar de ello, con atisbos de esperanzas, ¿para qué sirve leer poesía?


Ciertamente, la poesía no detiene –ni ha detenido- la violencia ni la miseria en el mundo. Pero si la literatura no existiera, nos condenaríamos, seguramente, al fin de la premisa humana: la palabra, porque por ella entendemos al mundo, a pesar de sus muchas contradicciones y sombras.


El poema Piedra de Sol no resuelve nada del mundo exterior; su ámbito de acción está en el espacio interior, en la subjetividad poniéndonos, así, ante la evidencia per se inobjetable: somos seres hechos de tiempo, de palabras, de sombras, de polvo…
Juan Jose Gonzáles Mejía


La Caramelo


Te veo y pienso que eres una caramelo,
Si, un dulce que la misma seriedad tuya derrite sobre tus ojos miel.

Que cuando veo tus labios sin reír,
Pienso que mejor se alistan para recibir un beso.

Que seguro tus manos llevarían a las mías a colocar un girasol sobre tu oreja,
Tenuemente, si con mucha delicadeza, para que combine perfecto en tu cabello, morena.

Cuando pones atención, gozo, porque te das cuenta,
Que mi vida corre peligro, ¡si!, de que la tomes para ser feliz con la tuya.

Ya ni digo de mi corazón,
Que seguro arrancarías de mi para llevarlo en tu pecho,
prohibido fruto que a cualquiera se negaría,
porque solo es cuidado tuyo, del intensivo.

Oye, Caramelo, tienes una sonrisa discreta, porque sabes quien te puede hacer reír,
Pero conmigo carcajeas sin que se desbarate tu envoltura.

Miras a tu lado, al otro, volteas a verme a conquistarme,
Trato de verte, te derrites y te fundes, por ahí escondida en mi mente.

Como quisiera, quitarte la envoltura fría que protege tu vida,
Prometo guardar, y renovar tu envoltura con nuevos sabores,
Poner hilos nuevos, para que no te falte el calor que trae la nueva aventura,
Comiéndote poco a poco, saboreando como lo haces con la mía.


Alejandro Barcelata

lunes, 19 de julio de 2010

Minotauro

El Hombre de la Maldición

Hace no muchos años se castigó a un hombre al nacer, se le castigó con el recuerdo. Lo recordaba casi todo, fechas, rostros, olores, personas y momentos; cada imagen era un recuerdo y cada recuerdo le significaba una cosa y otra distinta.

Sus padres, sabedores del castigo, le dijeron que era una virtud, que recordar es vivir y lo enseñaron a vivir de los recuerdos. Les dio resultado, se volvió brillante en la escuela, vivía los días intensamente recordándolo todo, hasta llegó a ganar dinero por ordenar y escribir los recuerdos y sus padres estaban orgullosos.

Pero el niño se hizo hombre y los recuerdos pesados. Empezaron a mezclarse los significados, nada estaba claro. Comenzó a darse cuenta de que dos recuerdos podían significar una misma cosa y que muchísimas cosas acaso podían ser un solo recuerdo. La vida comenzó a matarlo porque el hombre no podía olvidar nada.

Intentó poner su mente en blanco, aprendió meditación con tal de olvidar por unos cuantos segundos. Estudió la composición del cerebro y la psique humana mas nada valió. Cerraba sus ojos fuertemente, tapaba con sus manos las orejas para no tener que recordar algo más pero era imposible. En la oscuridad de sus ojos desfilaban todos esos recuerdos, las personas, los dichos, las miradas, los pasos que había dado y se le aglutinaba todo en su pecho. Ahí estaba el miserable ya sin rumbo, adicto a la vida; cómo hubiera deseado no haber entendido nunca nada y respirar el aire del olvido.

El hombre moriría de una congestión de recuerdos.


Faeton G. Echevarria

De los movimientos

En esto que vivimos, tu y yo.
De la forma de tu monte al estar sobre mi,
Se queda solo la verdad,
Y cómo tu sudor catártico, se ha bebido mi cuerpo,
a causa de tus rápidos movimientos y la contracción de tu orgasmo,
sin duda el mas bello paraje que podrías regalar.

Esto se va a mi mente, a la carpeta de la verdad,
A encerrarte en la cárcel de mis pensamientos mas oscuros,
Donde no volveré a buscar la llave,
La perderé a propósito y tu sexo solo murmurará,
Sí, murmurará cuando te vea de nuevo…

sábado, 10 de julio de 2010

Años fantasmas



El tiempo es sangre, piel y memoria. La brizna rota delata una huida, una estampida hacia ninguna parte. Tampico, monstruo de miles de ojos, agitas sus manos olorosas a salitre.
No son estos años los que he querido vivir. Me he conformado con ver tormentas que no provoqué. Hasta el suelo que piso no es mío, En las manos se me durmieron los más negros jacintos. Los sueños se petrificaron cuando quise arrancarles un pétalo de cristal. La espada del valiente no fue fabricada para mí. Quizá me equivoqué de mundo o de cuerpo.

El tiempo nos odia, no golpea, nos envejece, nos deja tirados en la carreta de la edad. ¿Qué hacer? Contar es un viaje al silencio. Entre palabra y silencio un ahogo nos asalta: es lo contado. Al abrir los ojos constato lo temporal, a ojos cerrados son inmortal. La noche sangra. Alzo la vista, lágrimas de luz caen, forman arroyos y van hacia algún sueño.
Gritar en la multitud o en la página en blanco da lo mismo: el dolor persiste. Cesare Pavese apunta en su diario, El Oficio de Vivir, esto sobre el dolor: “El dolor no es en modo alguno un privilegio, un signo de nobleza, un recuerdo de Dios. El dolor es algo bestial y feroz, trivial y gratuito, natural como el aire. Es impalpable., escapa a todo aferramiento y a toda lucha; vive en el tiempo, es lo mismo que el tiempo; si tiene sobresaltos y lanza gritos, sólo es para dejar más indefenso a quien sufre en los instantes sucesivos, en los largos instantes en que volvemos a saborear el desgarramiento pasado y esperamos el siguiente. Estos sobresaltos y estremecimientos no son el dolor propiamente dicho, son instantes de vitalidad inventados por los nervios para hacernos sentir la duración del dolor verdadero, la duración tediosa, exasperante, infinita del tiempo-dolor.”

“Quien sufre se mantiene siempre en estado de espera: espera del estremecimiento y espera del nuevo estremecimiento. Llega el momento en que se prefiere la crisis del alarido a su espera. Llega el momento en que gritamos sin necesidad con tal de romper la corriente del tiempo, con tal de sentir que ocurre algo, que la duración eterna del dolor atroz se ha interrumpido un instante, aunque más no sea para intensificarse.”

A veces nos asalta la sospecha de que la muerte –el infierno- será aún el afluir de un dolor sin estremecimientos, sin voz, sin instantes, tiempo absoluto y eternidad absoluta, incesante como el fluir de la sangre por un cuerpo que nunca morirá. ¡La fuerza de la indiferencia! … permitió a las piedras perdurar sin cambio millones de años.”


Me abro, me cierro, es fuerte el dolor. ¿Dónde me apoyo? Los días pasan uniformes. El ayer no me dice nada. Me caigo a pedazos, despierto incompleto, me faltan miembros, elementos de la memoria, Me pesa, me duele el cuerpo, no son los años: es mi alma.
Las cosas se dicen como son, con los tonos y significados primigenios. No hay que lavar en aguas prístinas a la idea. La idea, de origen viene sucia, impregnada de ansia, de deseos de existencia, de perpetuación.
¿Qué habrá más allá de los abedules que cubren esta ventana? Las fugas son de los ansiosos, yo no tengo mapas ni doncellas que rescatar. Nunca tendré voluntad de mirmidón. El mar me lo tragué hace muchos años. Marinero, como mi padre, no aprendo que cada quien tiene su ración de olas.
Si salir significa ¿qué hago con tantas sombras, séquito en mi reino de ausencias? Años fantasmas, ruina moral: vida que se oculta en el himen de la noche más remota. Miro mis manos, en la eternidad un adiós continuo. La luz es líquida. Mi voz es agua. La edad, lo sé, es una lluvia persistente que me persigue a todos lados…


Juan Jose Gonzáles Mejía

domingo, 27 de junio de 2010

Te hice

Te hice un poema, un grabado de acuarela,
te hice como quise y te amé cuando te fuiste,
rogaste que viniera, que te guardara y te contemplara, que te existiera en un paisaje,
pediste que sufriera que dominara y que retomara tus muslos encima de mi,
pediste no abandonarte, pero la verdad jamás pensaba en hacerlo.

Te hice un poema, un grabado de acuarela,
de pasado sin futuro,
por que el presente te lo he robado, te lo he picado,
te hice lo que te quise, lo que te ame y me expandí en el amargo té que murmura que se ha acabado,
te extrañe, te compre y te hice un bote de papel, para que te hundieras tu solita,
y pensar que yo te creé.

Te hice en un poema, un grabado de acuarela...

Alejandro Barcelata

Que se cierre esa puerta


Que se cierre esa puerta
que no me deja estar a solas con tus besos.
Que se cierre esa puerta
por donde campos, sol y rosas quieren vernos.
Esa puerta por donde
la cal azul de los pilares entra
a mirar como niños maliciosos
la timidez de nuestras dos caricias
que no se dan porque la puerta, abierta...

Por razones serenas
pasamos largo tiempo a puerta abierta.
Y arriesgado es besarse
y oprimirse las manos, ni siquiera
mirarse demasiado, ni siquiera
callar en buena lid...
Pero en la noche
la puerta se echa encima de sí misma
y se cierra tan ciega y claramente
que nos sentimos ya, tú y yo, en campo abierto,
escogiendo caricias como joyas
ocultas en las noches con jardines
puestos en las rodillas de los montes,
pero solos tú y yo.
La mórbida penumbra
enlaza nuestros cuerpos y saquea
mi inédita ternura,
la fuerza de mis brazos que te agobian
tan dulcemente, el gran beso insaciable
que se bebe a sí mismo
y en su espacio redime
lo pequeño de ilímites distancias...

Dichosa puerta que nos acompañas
cerrada, en nuestra dicha. Tu obstrucción
es la liberación de estas dos cárceles;
la escapatoria de las dos pisadas
idénticas que saltan a la nube
de la que se regresa en la mañana.


Carlos Pellicer.

sábado, 26 de junio de 2010

Esto que te escribo


Sería solamente para vivir al máximo,
para que mis letras cuenten a tu corazón que he vuelto,
que mis palabras llenarían de verdad tu cabeza,
para que tu promesa sea nunca dejar de amarme,
podría ser egoísta al dejarte en un papel, y no sacarte a la luz,
donde más te necesito.

Pequeña princesa, jamás te lo había dicho, jamás te habría inventado
ni conservado, si no fuera por tus caprichos, sí,
tus caprichos,
aquellos, que me condenaron al exilio de tu vida, al pobre sorbo de la grata dulcedad en tus pechos,
perdición celostina, que cualquiera reclamaría por tener encima,

Y me burlo de aquellos, que temen pagar con su cuello, mi venganza.
sí la mía, mi venganza. Esto que te escribo....


Alejandro Barcelata

Iniciativa Pueblo- Vicente Nario

miércoles, 9 de junio de 2010

miércoles, 2 de junio de 2010

lunes, 31 de mayo de 2010

“Por amor o por deseo”, la poesía de los contrastes.



Con un estilo pausado y muy puntual en la expresividad que contienen sus imágenes, este director sudcoreano ha demostrado una eficiencia notable para contar una historia; y es que en las películas de Kim Ki Duk a pesar de ser presentar numerosos y sencillos detalles, nada es gratuito.

En “Por amor o por deseo”, el director nos presenta un relato de iniciación tomando como hilo conductor el tema de la muerte y presentando de esta manera las repercusiones, en cuanto a incomunicación se refiere, que esta tiene.

Se nos narra así, la historia de una adolescente huérfana de madre que sortea la confusión propia de la adolescencia con una amiga, quien se dedica a la prostitución y a quien le guarda un cariño y preocupación especial. Es mediante un accidente que provoca la muerte de su amiga, que el público será testigo de la muerte de la inocencia de la protagonista (Yeo-Jin), quien por una idea de perpetuar y hacer justicia a la vida e ideales de su fallecida amiga, toma el camino de la prostitución con el afán de devolver el dinero que los clientes habían pagado a su compañera.

La pérdida de la inocencia de Yeo-Jin es también el derrumbamiento de su padre, quien al descubrir el oficio de su hija, en secreto reacciona violentamente contra los clientes de su hija mostrando así su desprecio contra la sociedad que alberga a pederastas incluso en los círculos familiares. Esta reacción lo llevará hasta las últimas consecuencias y a tener que dejar por completo a su hija, no sin antes darle una última lección de vida, quizá la más importante.

Para resolver la película el director nos lleva de la ciudad de Seúl, a escenarios campiranos y llenos de inspiración que propician los paisajes asiáticos. Kim Ki Duk pretende transportar a los personajes y al público al origen de las cosas con una reunión familiar en la tumba de la madre que se encuentra en lo alto de una montaña, es en medio de esta idea primigenia que los personajes encuentran la redención y se les muestra el destino que han de tener.

La poética de Kim Ki Duk es la que permite que una banda sonora casi angelical describa contrastantemente secuencias de profunda melancolía y violencia. Es en la visión de este director en la que un hermoso paisaje se mancha de sangre al ser el escenario de una implacable violencia, siendo así coherente con la idea de que lo hermoso siempre tiene caducidad.

Gustavo Vega

El amor en los tiempos del Plastico

jueves, 27 de mayo de 2010

De la Madera de los Sueños es que estoy hecho



Porque me he dado cuenta de que al paso del tiempo, como una maldición, sigo repitiendo mi historia.


De la Madera de los Sueños estoy hecho.

El sueño inicia vago y oscuro, nublada visión cual bosque de niebla; la fresca natura mis pulmones llena. Me voy a salir por el hueco de una fantasía, prefiriendo monstruos a humanos y así habitar los mares de rosados tornasoles que entre coníferas distingo.
Dudas no existen en este sendero escondido de razón, quizás muchas historias he escuchado, posiblemente sea un lunático. Pero una cosa me ha convencido, un delirio entre sus brazos me ha apretado.

Que quiero vivir entre fantasmas, entre mi abuelo y los viejos amores que en el mundo viajan. Vivo en tierra de espectros, de recuerdos y de futuras lunas. Donde el anciano cuenta sus historias, las que en su vida entera se ha inventado. Sonidos populares al paso de mi ritmo cardiaco, aves comunes a mi cerebro rodean volando. ¿Y qué somos sino un sueño?, viviendo esclavos de otros, de un edificio, de algunos papeles. Esclavos de la lastima.

“De la madera de los sueños es que estamos hechos” ha dicho mi poeta y así envejecer en un sueño, morir soñando, soñando con morir. ¡oh dulce libertad!.



Faeton G. Echevarria