Miré el claro,
entre el bosque, hacia los árboles...
Y susurré tu nombre para que el viento lo llevara jugando hasta tus oídos...
Te asusté,
no podías verme, pero sí escucharme...
Y una sonrisa de alivio hizo que me sintieras ahí, a tu lado... Pero yo no estaba.
Estaba en la utopía de juventud, en el imposible lado de la fantasía...
pues la Luna radiante, ya te bañaba sobre el pecho,
mientras que hermosa y excitada,
dabas vueltas con tu cabello rojizo de enredado preciso,
donde el olor a frambuesa llegaba hasta mi.
Y así pasé ante tus grandes y brillantes ojos...
entre las hojas y las torres de árboles que desbordaban alturas...
te has convertido en una sola Luna, blanca e hipnotizante, que alumbra mi alma, misma que tallada en polvo, se esparciría por el universo con un suspiro tuyo...
Allí aprovecharía para meterme a tus pulmones y permanecer dentro de ti,
hasta el amanecer, para que al salirme de ti
pueda decir ya feliz: "Buen día"
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