Bitacora de vuelo, bitacora de vida.
Te recordamos que en este sitio no presentamos novedades, aquí se busca la trascendencia. Por lo que te invitamos a revisar cada una de nuestras entradas, las cuales no solo han marcado un momento histórico para quienes las concibieron sino que nos ayudan a vislumbrar lejanos horizontes. Bienvenido.
domingo, 30 de septiembre de 2012
miércoles, 26 de septiembre de 2012
Alhambra
Grata la voz del agua
a quien abrumaron negras arenas,
grato a la mano cóncava
el mármol circular de la columna,
gratos los finos laberintos del agua
entre los limoneros,
grata la música del zéjel,
grato el amor y grata la plegaria
dirigida a un Dios que está solo,
grato el jazmín.
Vano el alfanje
ante las largas lanzas de los muchos,
vano ser el mejor.
Grato sentir o presentir,rey doliente,
que tus dulzuras son adioses,
que te será negada la llave,
que la cruz del infiel borrará la luna,
que la tarde que miras es la última.
J.L Borges
a quien abrumaron negras arenas,
grato a la mano cóncava
el mármol circular de la columna,
gratos los finos laberintos del agua
entre los limoneros,
grata la música del zéjel,
grato el amor y grata la plegaria
dirigida a un Dios que está solo,
grato el jazmín.
Vano el alfanje
ante las largas lanzas de los muchos,
vano ser el mejor.
Grato sentir o presentir,rey doliente,
que tus dulzuras son adioses,
que te será negada la llave,
que la cruz del infiel borrará la luna,
que la tarde que miras es la última.
J.L Borges
jueves, 13 de septiembre de 2012
domingo, 2 de septiembre de 2012
jueves, 23 de agosto de 2012
Creencia Flamenca
Crueldad
Creo en la crueldad de los siglos y en las noches que no han salido de mi mente. En el niño que no encuentra espanto.
Ambición
Miro a la luna cuando suena una guitarra; un gallo me recuerda lo que ando buscando.
Dureza
Aquella mañana nació el mito que me creo en perfección. Habíamos llorado y reído toda la noche
Valentía
Creo en el coraje de los hombres, mayor a miedos y perdón. Creo en el buscar tener…
Cine
Creo que en tus ojos se pudo ver el universo. También vi la historia del mundo debajo de un harapo.
Oikos
Tome esa espada y salí a matar a todos sus detractores. Pague una deuda mientras amaba a una mujer.
Recados
Creo en ese número que esta al pie de página. Que lógicamente lo desfragmento para contar tu historia.
Toros
En que por alguna extraña razón no encontré mi cantina. En un boxeador con guantes rosas que se sabe inútil. Que nos sudan un poco las manos
El No Dios
Que no tengo elementos para identificar ese movimiento. tal vez sea por que abrí los ojos en el momento justo.
Sueños
En el poema que escribí frente a una bandera argentina. Que en el menor número de palabras está contenido algo mayor a todo lo demás.
Creo que vuelvo a ser yo…
Faeton G. Echevarria
Creo en la crueldad de los siglos y en las noches que no han salido de mi mente. En el niño que no encuentra espanto.
Ambición
Miro a la luna cuando suena una guitarra; un gallo me recuerda lo que ando buscando.
Dureza
Aquella mañana nació el mito que me creo en perfección. Habíamos llorado y reído toda la noche
Valentía
Creo en el coraje de los hombres, mayor a miedos y perdón. Creo en el buscar tener…
Cine
Creo que en tus ojos se pudo ver el universo. También vi la historia del mundo debajo de un harapo.
Oikos
Tome esa espada y salí a matar a todos sus detractores. Pague una deuda mientras amaba a una mujer.
Recados
Creo en ese número que esta al pie de página. Que lógicamente lo desfragmento para contar tu historia.
Toros
En que por alguna extraña razón no encontré mi cantina. En un boxeador con guantes rosas que se sabe inútil. Que nos sudan un poco las manos
El No Dios
Que no tengo elementos para identificar ese movimiento. tal vez sea por que abrí los ojos en el momento justo.
Sueños
En el poema que escribí frente a una bandera argentina. Que en el menor número de palabras está contenido algo mayor a todo lo demás.
Creo que vuelvo a ser yo…
Faeton G. Echevarria
miércoles, 22 de agosto de 2012
El albatros
dar caza a los albatros, grandes aves del mar,
que siguen, indolentes compañeros de viaje,
al navío surcando los amargos abismos.
Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
Estos reyes celestes, torpes y avergonzados,
Dejan penosamente arrastrando las alas,
Sus grandes alas blancas semejantes a remos.
Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,
Aquél, mima cojeando al planeador inválido!
El Poeta es igual a este señor del nublo,
Que habita la tormenta y ríe del ballestero.
Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,
Sus alas de gigante le impiden caminar.
Charles Baudelaire
lunes, 6 de agosto de 2012
lunes, 30 de julio de 2012
Romance de aquel hijo que no tuve contigo
Hubiera podido ser
hermoso como un jacinto
con tus ojos y tu boca
pero con un corazón
grande y loco como el mío.
Hubiera podido ir,
las tardes de los domingos,
de mi mano y de la tuya,
con su traje de marino,
luciendo un ancla en el brazo
y en la gorra un nombre antiguo.
Hubiera salido a ti
en lo dulce y en lo vivo,
en lo abierto de la risa
y en lo claro del instinto,
y a mí... tal vez que saliera
en lo triste y en lo lírico,
y en esta torpe manera
de verlo todo distinto.
¡Ay, qué cuarto con juguetes,
amor, hubiera tenido!
Tres caballos, dos espadas,
un carro verde de pino,
un tren con cuatro estaciones,
un barco, un pájaro, un nido,
y cien soldados de plomo,
de plata y oro vestidos.
¡Ay, qué cuarto con juguetes,
amor, hubiera tenido!
¿Te acuerdas de aquella tarde,
bajo el verde de los pinos,
que me dijiste: —¡Qué gloria
cuando tengamos un hijo! ?
Y temblaba tu cintura
como un palomo cautivo,
y nueve lunas de sombra
brillaban en tu delirio.
Yo te escuchaba, distante,
entre mis versos perdido,
pero sentí por la espalda
correr un escalofrío...
Y repetí como un eco:
«¡Cuando tengamos un hijo!...»
Tú, entre sueños, ya cantabas
nanas de sierra y tomillo,
e ibas lavando pañales
por las orillas de un río.
Yo, arquitecto de ilusiones
levantaba un equilibrio
una torre de esperanzas
con un balcón de suspiros.
¡Ay, qué gloria, amor, qué gloria
cuando tengamos un hijo!
En tu cómoda de cedro
nuestro ajuar se quedó frío,
entre azucena y manzana,
entre romero y membrillo.
¡Qué pálidos los encajes,
qué sin gracia los vestidos,
qué sin olor los pañuelos
y qué sin sangre el cariño!
Tu velo blanco de novia,
por tu olvido y por mi olvido,
fue un camino de Santiago,
doloroso y amarillo.
Tú te has casado con otro,
yo con otra hice lo mismo;
juramentos y palabras
están secos y marchitos
en un antiguo almanaque
sin sábados ni domingos.
Ahora bajas al paseo,
rodeada de tus hijos,
dando el brazo a... la levita
que se pone tu marido.
Te llaman doña Manuela,
llevas guantes y abanico,
y tres papadas te cortan
en la garganta el suspiro.
Nos saludamos de lejos,
como dos desconocidos;
tu marido sube y baja
la chistera; yo me inclino,
y tú sonríes sin gana,
de un modo triste y ridículo.
Pero yo no me doy cuenta
de que hemos envejecido,
porque te sigo queriendo
Y te veo como entonces,
con tu cintura de lirio,
un jazmín entre los dientes,
de color como el del trigo
«¡Cuando tengamos un hijo!...»
Y en esas tardes de lluvia,
cuando mueves los bolillos,
y yo paso por tu calle
con mi pena y con mi libro
dices, temblando, entre dientes,
arropada en los visillos:
«¡Ay, si yo con ese hombre
hubiera tenido un hijo!...»
martes, 24 de julio de 2012
Pushkin me hace llorar...
Lleva a la perfección los frutos de tus amados pensamientos y no pidas recompensa alguna por los nobles hechos que ejecutaste.
La recompensa está en ti. Tú eres tu juez supremo. Nadie nunca juzgará tu obra con la misma dureza que tú;
¿estás tú satisfecho, escrupuloso y selectivo artista?
Aleksandr Pushkin
viernes, 22 de junio de 2012
sábado, 16 de junio de 2012
De un bolero con sabor a Xalapa y el olor de una extraña poesía
Sólo las hadas, creo yo, deben censar las aves, zurcir las hojas rotas con la saliva de las babosas, recopilar las blandas huellas de “chuparrosas”. Sólo la savia creo yo, sabe a lo que tú sabes. Saberte un libro de secretos, confiarte el truco de mis llaves, qué cantidad de tentación poder quemar tus naves. Serena y cándida alma en paz que de un girón toda te vas; te estoy queriendo en el imán de tu jamás. Trampa de orquídea y pan.
Igual que tú los astros van a miles de velocidad sin derramar gota de agua mientras me mina tu humedad. Tu droga todavía es calma y espero así llegar la edad del curso migratorio de tu alma.
Haikus...
1.
3.
El rocio.
apenas pudieron despertarme
llueve lluvia primaveral.
2.
El campo silencioso.
una mariposa vuela.
está dormida3.
El rocio.
pequeñas gotas
en las espinas del ciruelo.martes, 22 de mayo de 2012
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