Sólo las hadas, creo yo, deben censar las aves, zurcir las hojas rotas con la saliva de las babosas, recopilar las blandas huellas de “chuparrosas”. Sólo la savia creo yo, sabe a lo que tú sabes. Saberte un libro de secretos, confiarte el truco de mis llaves, qué cantidad de tentación poder quemar tus naves. Serena y cándida alma en paz que de un girón toda te vas; te estoy queriendo en el imán de tu jamás. Trampa de orquídea y pan.
Igual que tú los astros van a miles de velocidad sin derramar gota de agua mientras me mina tu humedad. Tu droga todavía es calma y espero así llegar la edad del curso migratorio de tu alma.
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