Alto en la cumbre todo el jardín es luna,
luna de oro. Más precioso es el roce de
tu boca en la sombra.
La voz del ave que en la penumbra
esconde ha enmudecido.
Andas por tu jardín.
Algo, lo sé, te falta.
La ajena copa, la espada que fue espada en otra mano, la luna de la calle, ¿dime, acaso no bastan?
Bajo la luna el tigre de oro y sombra, mira sus garras.
No sabe que en el alba
han destrozado a un hombre.
Triste la lluvia que sobre el mármol cae, triste ser tierra. Triste no ser los días del hombre, el sueño, el alba.
No haber caído, como otros de mi sangre,
en la batalla. Ser en la vana noche
el que cuenta las sílabas.
J.L Borges
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